Muriendo de inanición
No pasaron muchos días para tener noticias de la bestia fugitiva. Cuando salió de la jaula, corrió a toda velocidad, iba ansiosa de volver al mundo, de reencontrarse con lo que soñaba,pero a cada paso el paisaje se le iba haciendo más raro y desconocido.
Supe que encontró al objeto de sus afectos, estaba dormido, pensó que sería una presa fácil de cazar; se equivocó.
En el preámbulo para saciar su hambre, pasó su lengua cálida por la mano del hombre dormido, cerró los ojos, respiró profundo tratando de guardar dentro suyo el olor y el sabor que tantas veces había evocado en el cautiverio. Con sólo sentir el gusto de su piel supo que lo había perdido, ya el sudor no era el mismo, ya no tenía el aroma de madera que la hacía mantenerse viva esperando ese encuentro que ya no tenía sentido.
Dicen que mi nostalgia se está dejando morir en una playa, dicen que ya no quiere volver, que no tiene fuerzas ni ganas.
Yo no puedo hacer más por ella, ya lo dije, las pocas fuerzas que me quedan las ocupo esquivando a la muerte.
Mañana, si lo hubiera, saldré y buscaré una tabla, le escribiré la palabra OLVIDO y le pediré a alguien que cuando pase nuevamente por la playa lo deje al costado de la bestia muerta.
1 Comments:
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