Terapia Capilar

Vengo saliendo de una de las instancias más frívolas y terapéuticas que conozco (deben existir muchas otras, pero están astronómicamente lejos de mi presupuesto de cesante) LA PELUQUERIA.
Que lugares más fantásticos, por unos pocos pesos (si, yo voy a las de pocos pesos), te sacan del mundo, te masajean el pelo, te puedes reir de las bromas de las peluqueras y finalmente álguien se despide de ti como si hubieran sido amigas de toda la vida, te desea que te encuentren linda y te guiña un ojo. La peluquera de hoy (confieso que capilarmente soy de una promiscuidad aberrante, entrego mi cabeza a la que me dé tincada) tenía alma caritativa, me hizo un precio casi sin fines de lucro, me dejó harto bonita (dentro de la medida de lo posible...no le pidamos milagros a la pobre) y dejó con espíritu dicharachero para lo que me resta del día.
Ahora sólo me queda esperar que cuando llegue el lunes todavía me quede algo de alisado optimista y colorín que luzco por ahora.